Titulo: Lo que todo gato quiere
Autor: Ingrid V. Herrera
Género: Romance

Sinopsis

¿Chicos guapos que se convierten en vampiros? ¡Vamos, eso ya pasó de moda! Además, realmente, no creo que alguien sea guapo todo lleno de sangre. Puaj! ¿Chicos fuertes que se convierten en lobos? Táchalo. ¿Sexys demonios? ¿Encantadores ángeles? ¿Qué es esto? ¿Una loca película épica? No. Mejor sal a pasear, y quizás te encuentres con un gato, que te cambie la vida.

La vida de Ginger jamás hubiera sido digna de contarse en una novela, hasta que se encuentra con un extraño gato callejero al que decide adoptar y al mismo tiempo mantenerlo oculto de la vista de sus restrictivos padres.

La estrategia parece ir de maravilla hasta que un día despierta y se da cuenta de que algo no anda bien: ahí donde debería estar el gato, hay un chico dormido ¡y totalmente desnudo!

Ahora, las experiencias de Ginger se vuelven dignas de contar al tratar de descubrir qué ha pasado con su gato y qué secreto oculta ese chico que ha aparecido en su lugar; haciendo que sus días transcurran en una inolvidable historia espolvoreada de romance y risas.

Reseña

He de admitir que cuando comencé a leer esta historia no tenía ganas de continuarla, porque sentía que estaba leyendo una obra sin sentido. Me la recomendaron mucho, demasiado como una novela de romance paranormal imperdible —que sí que lo es en cuanto al género donde esta registrada— pero si me hubiera quedado casada con ello no habría pasado más allá de los primeros tres capítulos; sin embargo traté de verlo por el lado amable desde un elemento que levanta toda su estructura, y sé que de no haberlo notado probablemente la habría abandonado.

Pero antes de contarte mi gran descubrimiento, permíteme hablarte un poco acerca de la obra.

Dentro de la historia tenemos a nuestros dos protagonistas.

Primero está Ginger, quien entra en el cliché de la chica inadaptada social, buena en las clases y la mascota del equipo, una nerd de pies a cabeza que es imposible no reconocerla aún a la distancia, agregando también su inseguridad a sus capacidades.

En segundo lugar está Sebastián, el chico que se transforma en un gato, o inversamente en humano cuando se moja o seca, como Kyo Sohma del animé Fruits Basket, pero sin abrazos con el sexo opuesto, si no con el agua; él es atlético, atento y por supuesto atractivo, cubriendo el papel del segundo cliché dentro de la obra; pero no termina ahí, los cliché continúan aún más con los personajes secundarios, es decir con los profesores, progenitores, amigos y enemigos de la protagonista, teniendo un mar de clichés en cada esquina.

Y, como seguramente habrán notado hay algo que destaca a esta historia y son los clichés, sorprendente pero cierto; no es como en algunas obras juveniles donde los estereotipos son la cúspide de la trama buscando crear dramas de acuerdo a estos personajes encasillados, más bien los lleva hasta lo absurdo volviéndolos caricaturescos haciéndolo divertido.

Este es un recurso que bien implementado puede disfrutarse bastante, caso presente en «Lo que todo gato quiere» porque nos otorga a personajes que todos identificamos en situaciones graciosas y entretenidas, aun cuando hace uso de chistes recurrentes como la mal interpretación.

«Me gustan más mis ojos porque sin ellos no puedo ver los tuyos.»

Lo que todo gato quiere

Sin embargo, también me gustaría hacer hincapié en que llevarlos al límite de lo caricaturesco tuvo un detalle contraproducente en su ejecución y en el toque de ciertos temas.

Haciendo mención de la situación más conocida: la autora incrustó a un personaje homofóbico que, al igual que los demás roza lo absurdo, pero hay un punto en que la repetición de algunos comentarios da la impresión de no ser bromas volviendo la lectura molesta e incomoda; aunque es comprensible al ser una historia que tiene algunos años desde su concepción.

El curso y resolución de los acontecimientos es otro punto del cual hablar, no su escritura porque de hecho la autora tiene una pluma liviana muy fácil de leer, no te pierdes a lo largo del texto y entiendes que está ocurriendo; las problemáticas sin embargo son otra historia, aunque presentes y medianamente creíbles, hubo una pizca de incongruencia en su solución que me iba dejando un mal sabor de boca con cada capítulo que iba pasando. Sin hacer spoiler al respecto, recuerdo haber pensado un par de veces qué estaba leyendo y por qué continuaba, entonces me sacaba alguna risa y proseguía, porque soy de risa fácil, pero eso no quiere decir que fuera sencillo de leer en ocasiones.

Por supuesto, el romance también está presente, la relación entre Ginger y Sebastián tiene una curiosa forma de realizarse, al principio me pareció repentino, y más adelante me di cuenta de que sí, lo era. No hay una construcción entre ellos, ni eventos previos que nos muestren un crecimiento creíble en su relación a excepción de un par de ellos, entonces al final no entendía cómo tenían una relación tan firme sin bases, pero aunque me incomodaba se debe admitir que las escenas románticas entre ambos personajes eran entretenidas de leer, pues a pesar de lo ambiguo de su crecimiento, tienen su particular encanto.

Pasando un poco a los personajes, Ginger me parece bastante victimista a lo largo de todo el libro al punto de que me desesperaba, pero siento que no está tan alejado de la realidad. Alguien que vive en aislamiento social escasea en lograr ver su propia valía y habitualmente tienden a auto sabotearse, afortunadamente al final sí tuvo un cambio, pero lo sentí algo vacío al darme la sensación de estar poco trabajadas; sin embargo, al menos hubo una serie de elementos —abruptos pero ocurren— que tratan de justificarlo, no como en el caso de Sebastián.

No es que Sebastián fuera el mismo de principio a fin, sí tiene un crecimiento, pero es más sutil casi inexistente; aunque están presentes, esos detonantes se solucionaban tan fácilmente que no parecían ser factores de impulso para el protagonista; no me mal interpreten, la conclusión de Sebastián hacía la situación final me gustó y la vi un tanto acertada, pero no evité sentirla falsa ante los acontecimientos previos donde todo se apilaba tan beneficiosamente a favor de su historia.

Como nota adicional, mientras terminaba esta reseña me encontré con que el libro tiene un par de secuelas y quizá sea en esas continuaciones donde se encuentran todas las respuestas a los cuestionamientos inconclusos, y sí, voy a comprarlos —o leerlos en su plataforma mater si es el caso— para saber qué tan acertada o errada estoy de la resolución de todo.

En resumen, “Lo que todo gato quiere” fue un libro que me entretuvo más de lo que esperé por su comedia, siendo esa la principal razón por la que terminé de leerlo en un par de noches y también creo que el hacer reír es su mayor cualidad dentro de toda la historia.

Los personajes y situaciones son entretenidas y sacan bastantes risas —dependiendo de que tan risa fácil eres, como yo—, pero si buscas algo más sustancioso probablemente te sea incómodo tratar de darle una oportunidad a esta historia, ya que hay pocas respuestas a personajes, relaciones y situaciones, lo que es comprensible al estar enfocado a un público que creo es bastante joven; si por el contrario deseas una pequeña lectura para un fin de semana y pasar el tiempo con un libro entretenido, esta podría ser la novela que estás buscando.


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