Cuando estamos pasando por nuestra etapa estudiantil es más que seguro que algún profesor, bien o mal intencionado, deje alguna lectura obligatoria de alguna novela para un examen, para un análisis, o para comentarlo, y muchas veces ese libro no es de nuestros gustos y es un tedio siquiera leer una oración. Es por eso que te traigo una serie de consejos para lograr terminar ese libro que tanto te desagrada.

He de empezar diciendo que lo correcto es que siempre que te encuentres un libro que no puedes tragar lo abandones de inmediato, porque una lectura forzada puede llevarte a un severo bloqueo lector, pero si esa opción no es viable también existen formas para aceptar lo que venga y continuar leyendo.

No lo juzgues de inmediato

Algunas de las lecturas estudiantiles, no todas desgraciadamente, son colocadas en los planes de estudios para proveerte de alguna enseñanza que te ayudará de acuerdo a tu edad, ya sea superación personal o profesional, moralejas complejas o apoyo a la edad adolescente.

Sin embargo, muchas de estas obras escolares son tediosas al principio, son densas porque no estamos acostumbrados a leer, tienen un lenguaje más complejo y largos párrafos distintos a los cuentos cortos, y lo mejor que puedes hacer es leerlo sin pensar en lo malo que te parece para no condicionar al cerebro de que es algo sin sentido.  

Identifícate con algún personaje

Los protagonistas suelen ser personajes con los que se puede conectar rápidamente ya sea directa o indirectamente, porque los libros están llenos de metáforas.

Por ejemplo, el protagonista es un niño perdido en el País de Nunca Jamás junto con otros niños, también perdidos, que le hacen compañía y una pequeña hada llamada Campanita, parece que no hay conexiones ¿no? Pero en realidad Peter Pan es la representación del crecimiento de un niño a la adolescencia, porque a lo largo de la historia –refiriéndome únicamente a la versión animada– él comprende que necesita poner sus pies en la tierra para ser un mejor modelo de sí mismo en el futuro.

Peter Pan es una forma de expresar una idea más compleja en términos sencillos, enseñándote a aprender cosas entre letras.

Conviértete en el protagonista

Pongamos un ejemplo rápido. La historia es de un navegante que persigue con locura una gran ballena blanca, es claro que de buenas a primeras no puedas identificarte porque no eres un navegante y no tienes la misma obsesión de atrapar alguna criatura marítima gigante y este punto tienes dos opciones:

Punto A: Volver al punto anterior e identificarte con la lucha del hombre por perseguir algo que desea, aunque parezca una locura.

Punto B: preguntarte qué harías tú en su lugar, si persiguieras una ballena gigante a mitad del océano.

A mí me va mucho más la segunda, siempre me parece más divertido imaginar que haría en esa situación.

En el caso del ejemplo, ser devorada como Pinocho tal vez…

Empieza una investigación

No importa la clase de libro, todos tienen un misterio, todos son una historia por contar, todos presentan una problemática al principio y como tienen que darnos un desenlace, gozan de una construcción, por lo que muchas historias dejan una serie de pequeñas migajas a lo largo de los libros para dar el gran final revelador. No son como los chismes de los vecinos que a veces son dejan sin desenlace, son mejores.

Algunas de las pistas son visibles, pero hay más que están ocultas y pocas personas notan. ¡Incluso hay datos que están ahí y nadie los descubre hasta que su autor habla de ellos!

Mirar la historia como un misterio por resolver te hará involucrarte más para tratar de conectar los puntos, y al final saber cuánta razón tuviste.

Estos trucos me salvaron para aprobar un examen en relación con algún libro, y te aseguro que a ti también te darán una mano.

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